Brujas

Aparecimos en Bruselas un buen día que nevaba. Mis padres muy amablemente se quedaron en el hotel de 5 estrellas y nos dejaron a las demás en un hotel un par de calles más lejos. El lugar de quedar más o menos a medio camino era un cadáver dorado. Hay que ver estos belgas qué humor tienen, la otra escultura importante es un nene meando el manneken pis:

En fin, creo que la foto es más grande que el original...

es gracioso porque a veces lo disfrazan. En este viaje hemos tenido la *maravillosa* fortuna de compartir habitación Fochi, Rubi, Pijipavi, la Peke y yo. Sobra decir que con un solo cuarto de baño no llegamos a tiempo ni una sola vez.

La verdad es que hacía frío pero pronto nos acostumbramos y no nos molestó, al final hasta la más friolera (yo) se atrevía a salir sin chaqueta.

La abuela de mi padre era de Lieja y fue curioso ver algunas cosas. Aunque lo más curioso de esa historia es una señora hablando francés en un pueblo perdido de Murcia, luego la Mari pasaba a ser la Mayi y de ahí todo degradación...

Lo mejor fue Brujas, una ciudad muy cuca. Cuando nos íbamos a coger el tren, hacia Gante, yo por decir tonterías (que es lo que hago la mayor parte del tiempo) se me ocurrió decir que íbamos a perder el tren, que corriésemos también. Mis padres no me suelen hacer caso y mis hermanas, pues ya no engaño ni a Rubi que es la más crédula. Pero mi padre empezó a correr. Se pusieron todos a correr por la estación, me quedé de piedra pero cuando vi que no paraban, les seguí. Mi padre se giró y me dijo "¿no querías correr?" y por alguna extraña casualidad ahí estaba el tren que debíamos coger.

Una situación extraña era intentar pedir entrantes para compartir, se ve que los belgas no captan este concepto y una pobre (y lerda) camarera nos abandonó porque no lo entendía, al final lo que hacíamos era que 4 pedíamos entrantes y los demás se servían en el plato del pan.

La noche del sábado quería salir a un bar de lesbianas que había mirado en Internet. Las niñas estaban todas durmiendo y no estaban interesadas porque están emparejadillas. Las desperté y obtuve las siguientes respuestas:

Rubi: ¿eeeh?

Pijipavi: Tíiiiiia.

Peke: Yo te acompañaría pero es que estoy más a gusto aquí.

Fochi: Bueeeeno.

Tanto rollo y luego el bar Le Sappho en una calle siniestra ya no existe.

Parece increíble que hace unos días estuviésemos tan contentas en tren, en avión, bajo agua-nieve, corriendo, comiendo gofres, langosta, ostras... y ahora estemos aquí, otra vez yendo a clase con los problemas (estupideces) de siempre.