domingo, 11 de mayo de 2008

Un tercio de luna

Sentadas en un banco, sobre la 1 de la madrugada hablábamos sobre la luna tan finita que había. Luego le dije todo, que tuve depresión, lo que eso implicaba y cómo lo viví yo. La explicación fue muy buena, hice las pausas adecuadas y me siguió a lo largo de toda la historia, ella preguntó cuándo debía y lo que debía. No fue difícil contárselo, quizás sí lo fue encontrar el momento.

Ahora me queda una tristeza melancólica de saber que todo fue real, que todo pasó y se acabó. Ella me quiere pero me tiene miedo y no puedo hacer nada para remediar eso (de nuevo la pregunta ¿qué puedo hacer para que no piense que estoy loca?, la respuesta: nada) y yo no podré quererla nunca porque ahora la miro y sé que es la misma pero está muy lejos, no podemos cambiar que no estuviese ahí mientras yo me rompía. Y ahora ¿qué?

He revivido algo de lo que pasó, para poder contarlo y me pregunto quién soy ahora. Por el momento aún estoy algo confusa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay veces que hay que morir un poquito para seguir hacia delante.
Yo creo que esto estuvo bien, que era algo necesario para ti..., ten paciencia, te encontrarás!

Mientras, empápate de las charlas, que sigo necesitando de otra explicación "para más tontos" de la diferencia entre electrónica-electricidad! ;P

:)

LA DESGRACIÁ dijo...

Si te tiene miedo por tener una depresión..uf, qué madurez..No sé. ¿No la tendrás sobrevalorada?

Anda, un beso peke
:****