Creo en Troya cuando arde

El título es un poco dramático. Finalmente, harta de las personas que comparten aire y mesa conmigo, les dije que me dejasen en paz. No se lo dije tan abruptamente, más del rollo "necesito tiempo para mí, que me deis mi espacio, me siento agobiada blablabla".

Al principio se lo tomaron bien (más o menos) pero en seguida empezaron a hablar (mal) de mí entre ellas. Me gustaría que tuviesen la delicadeza de no hacerlo cuando estoy en la mesa de al lado y puedo oir pedacitos. No es tanto lo que oí, cuando me giré para hacerle una gracia a Perrilla ella estaba girada hablando con L que al verme se giró hacia Perrilla llevó el dedo a los labios en gesto de silencio y me señaló con los ojos. L no es muy disimulada.

En fin, llevo unos días aguantando chorradas así, me queman mucho, en circunstancias normales habría hablado directamente con ellas "¿estais hablando de mí? Al menos decidmelo a la cara para que me pueda defender." Pero si están hablando en clase y en voz baja tampoco tengo mucho a lo que agarrarme y estoy muy cansada, ya sólo quiero pasar de ellas. A todo esto, seguimos comiendo juntas y sentándonos juntas, a la cara todo superchupi pero vamos que el otro día faltaron a máquinas hidráulicas (clase de las que no se saltan) y estoy bastante segura de que deberían pitarme los oidos.

No entiendo por qué tienen que ser las chicas más infantiles ¡no estamos en secundaria! ¡No somos adolescentes! La edad del pavo ya pasó... Imagino que aún me quedan unos días de incomodidades pero con suerte esto se estabilizará solo y llegará a un equilibrio en el que nos encontremos más a gusto.

Mientras tanto me entretengo estudiando y escuchando cuentos, me he suscrito a un podcast (como un programa de radio que te puedes bajar con itunes) de cuentos del New Yorker ¡me encanta! Me los pongo para dormir :D